El desarrollo español de Nueva Orleans
Nueva Orleans fue fundada en 1718 por Francia en la boca del Mississippi y es recordada fundamentalmente como el centro de la influencia francesa en Estados Unidos. Sin embargo, debe su importancia sobre todo a la etapa de control español, que se inicia en 1762, cuando es traspasada a España por los franceses, y dura hasta 1803. La estructura de la ciudad francesa, en forma de cuadrícula con centro en la Plaza de Armas, se mantuvo como núcleo central durante la etapa española, pero fue ampliada sustancialmente, fortificada por completo y dotada de grandes obras de ingeniería. En la última época de la dominación española, Nueva Orleans sufrió un enorme aumento de población y de superficie. Al transferirla a los Estados Unidos, España dejó en Nueva Orleans sentadas las bases de una gran ciudad, que a lo largo del siglo XIX siguió siendo una de las mayores de América del Norte.

Nueva Orleans fue fundada en 1718 por el francés Jean-Baptiste Le Moyne de Bienville y, por su situación estratégica, se convirtió enseguida en la capital de la Luisiana. La ciudad fundada por Bienville era una cuadrícula de 11×4 manzanas en torno a una plaza situada en el borde del puerto, en una disposición muy similar a las que dictaban las Leyes de Indias españolas.

En el momento del traspaso de Nueva Orleans de Francia a España en 1762, la ciudad había alcanzado las dimensiones (6×11 manzanas) que se ven aquí. España no amplió la ciudad en un primer momento, pero la mejoró sustancialmente mediante la construcción de obras de ingeniería: el anillo de fortificación, los diques que la protegían de las crecidas del río y el Canal de Carondelet, que la comunicaba con el puerto exterior del lago Pontchartrain.

La ciudad sufrió dos incendios, en 1788 y 1794, que destruyeron la práctica totalidad de sus edificios, obligando a su reconstrucción total. Por ello, salvo contadas excepciones, casi toda la arquitectura colonial conservada en Nueva Orleans es española.

Las normativas españolas para su reconstrucción reemplazaron las estructuras de madera por otras más seguras de piedra, hierro y ladrillo, dejándonos la imagen de la ciudad tal como la conocemos hoy.

De los edificios españoles conservados en Nueva Orleans, destacan el conjunto formado por la Catedral, el Cabildo y el Presbiterio, construido en la década de 1790.

Desde el Tratado de San Lorenzo en 1795, España permitió el uso del puerto de Nueva Orleans por los Estados Unidos, cuyas regiones interiores dependían del Mississippi. Esto hizo que la ciudad experimentara un crecimiento sin precedentes y se convirtiera en un centro comercial de primer orden.

Desde su traspaso a los Estados Unidos en 1803 y a lo largo del siglo XIX, Nueva Orleans fue la mayor ciudad del sur de los Estados Unidos y una de las cuatro o cinco mayores de todo el país, gracias a su enorme importancia comercial. Aun así, como se ve en estos planos, en toda la primera mitad del siglo su crecimiento se había basado fundamentalmente en lo trazado por las autoridades españolas.
